Ayer por primera vez en mucho tiempo me senté nuevamente a escribir.

Tenía bastante rato de no hacerlo; Personalmente llegó un punto de mi vida que no tenia nada que decir, empezó nuevamente el miedo al qué dirán, el pánico de las posibles repercusiones que tendrían los textos y es ahí cuando uno se vuelve, tibio.

Si señores, mi vida estos últimos meses se volvió tibia.

Siempre me he quejado de ese terminó, no calienta ni enfría, no aporta ni quita, personalmente creo que no hay nada más estresante que caer en la categoría tibia.

Por ejemplo, tener sexo tibio, relaciones tibias, trabajos tibios, amistades tibias, logros tibios… donde pongas el “tibio” sencillamente hace de cualquier cosa alguno nulo. ¿Ves como ser tibio no está verga?

Dando un poco de introspectiva a lo largo de lo que es “lo que te tengo que decir” no sobra mencionar que me gusta quejarme, me gusta exponer lo que pienso y sobre todo me gusta amargarme la vida y lo hago con gusto.

Llegó un punto en este lugar tibio en el cual no encontraba nada qué decir, verga, es que ni los tamales se comen tibios.

Esta muy cagado escribir y vivir desde un punto tibio.

A lo mejor fue la temporada, como esos amores que nacen los 14 de febrero que duran un mes y medio, donde no se juzgan, pero tampoco digo, “wow quiero uno de esos”.

Realmente el ser tibio no se lo deseo a nadie, por eso mejor regreso a mi café del día y yo mismo me encargo de servirlo hirviendo.

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