Es que no sé ni cómo terminé en el carril del centro en esta carretera que va a mil por hora. ¿Qué onda con las salidas? ¿Dónde están? ¿Dónde están los retornos? ¿Qué pasa con los baches de las carreteras? Hablemos de la carretera del piso tres y cómo cada vez hay menos puntos de maniobra conforme avanzas… o bueno, eso creemos.
Para empezar, siempre me han fastidiado esas avenidas larguísimas, esas carreteras donde sigues y sigues, y es casi imposible salirte. Y cuando finalmente decides cambiarte al carril para la siguiente salida, aparece un tipo con mecha corta que te niega el paso, y terminas en el municipio vecino porque, sencillamente, no te atreviste a ejecutar la maniobra de escape.
– Y la intuición como copiloto mirándome como diciendo: «¿Quién está manejando, carnal?»).
Pasas por una montaña de problemas, cinco baches llamados «crisis existencial a los 30», cada uno más profundo y feo que el otro. Luego, pasas por una vista al océano, ese periodo en el que te la creíste un poco, y después vuelves a la neblina del municipio vecino, que ni siquiera tiene un mapa, porque sencillamente esa no era la tirada.
– Google, ¿dónde estamos? (Google: ¿Estamos?)
En el momento en que la navegación pierde señal y te das cuenta de que estás solo, en un nuevo municipio, en una nueva situación, se reactivan tus otros sistemas de navegación. Te das cuenta de que has estado en piloto automático por mucho tiempo, dejando que la intuición y la planificación se vayan al carajo, confiando demasiado en ese carro modelo piso tres, olvidando un poco los sueños porque era más fácil.
– «Chingo mi madre» (que nada tiene que ver) con esta neblina, estos baches, estas carreteras de un solo sentido, y el nuevo municipio llamado «Ciudad del confort para los próximos 10 años de tu vida».
Se vale aplicar un drift estilo Toretto para dar una grandiosa vuelta en U en esa carretera que creías de un solo sentido. Desafortunadamente, conforme avanzamos, las vueltas en U se vuelven más difíciles, las salidas de emergencia son menos, y los lugares de confort se hacen más atractivos. Por eso es importante entender hacia dónde vas o, al menos, tener la valentía suficiente para salirte antes de que la vuelta sea más larga.
– Cómprate un snack, manda al carajo a Google Maps, pon al volante tu intuición y planificación, llena el tanque, investiga la nueva ruta y vámonos.
Lo que te quiero decir es que no es el cambio lo que asusta, es la idea de abandonar lo que ya no te sirve. Date tiempo para pensar hacia dónde vas, adáptate a tus posibilidades versus tus sueños. ¿Te ves contento instalándote ahí por un tiempo? ¿Cuánto espacio para maniobrar existe? Pero, sobre todo, si estuvieras tú solo en ese carro, llegando al destino, ¿te verías mirando más hacia el frente o hacia el retrovisor?
– Si es lo segundo, aplícate rápido como Toretto y reestructura el camino. Tal vez, a mitad de camino perdiste la salida correcta.
Yo por lo pronto, te estoy escribiendo esto desde la tienda de conveniencia más cercana a la salida del municipio que creía mi siguiente parada. Estoy comprando un mapa, cargando gasolina y unos cacahuates japoneses por si nos da hambre en el camino.