En la vida hay dos tipos de personas, los que prefieren algo salado y los que prefieren algo dulce. Claro, y también esta esa área gris en donde se encuentran los ineptos como yo, que de repente le encuentran gusto a lo agridulce.

Personalmente me caga la frase “Si la vida te los limones, haz limonada”; Se siente como si tú solo te estuvieras mandando al carajo internamente mientras esas palabras salen de tu boca.

Para empezar ¿Quién chingados le pido a la vida limones? ¿Qué fregados hago yo con limones si a mí no me gustan? Me debió de haber dado un pinche melón y todos felices.

Lamentablemente ni la vida ni las personas funcionan así, existen personas realmente amargas, otras realmente secas y unas realmente dulces, esas que son como un agua de melón recién hecha en pleno verano.

La trama está cuando a ti te gusta lo dulce y a la otra persona lo salado, es decir, esta rico el balance, pero siempre un sabor predomina.

Durante mi vida, creo que he estado con todo tipo de personas, creo que la vida me ha dado limones, sandías, tequilas, de todo un poco, pero nunca era lo que pedía en ese momento, siempre el sabor de la relación se cargaba hacia un extremo u otro.

Con el paso del tiempo, de muchas bebidas de fruta fuera de temporada, comprendí que no puedo esperar algo salado de un melón, o algo dulce de un limón. Que no puedo cambiar lo que la vida me dé, que no puedo cambiar el sabor de una persona.

Es muy sencillo, un árbol de limones, te va a dar limones.  

No se trata cambiar a nadie, sino de regar la pinche planta correcta. En vez de esperar a que la vida de limones, mejor te siembras un melón, y en verano, te haces el agua de temporada.  

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