Pues fue una mañana muy de la verga, pero por mi culpa, la verdad como dicen, “no le busques ruido al chicharrón, si ya sabes que truena”, bueno el chicharrón en este caso es mi relación de no ser nada, en la cual quería ser todo.

 ¿Corre y se va, o corro y me voy? Desafortunadamente no es tan sencillo. Verán, aquí su servidor enamorado está, a ese punto en donde la idea del perdón resulta tan fácil. El tema es, ¿Qué se perdona cuándo eres nada?

No hay contrato, no hay compromiso, hay amor y una que otra palabra que te eleva un poco la sonrisa en los días grises, pero fuera de eso, solo quedaba la voluntad de querer estar.

Pero e ahí la diferencia de estar en un lugar y estar en 29 lugares más, y otra vez la curiosidad mató al gato, o bueno, algo murió, que bueno que no tengo gatos.  

Me pasé toda la mañana viendo la forma de abarcar este desmadre, de aterrizarlo, de ver un punto de partida, pero llegué a la conclusión de que sencillamente no puedes obligar a nadie a estar de la forma que esperas, cada quien tiene su forma de estar y de no estar presente.

A veces nos envergamos tanto con la idea de algo, de alguien, de cómo van las cosas, y de qué posibilidades hay en un futuro, sé que la privacidad es algo importarte y sé que a lo mejor no debí de buscar algo que en el fondo ya sabía que iba a encontrar, pero la perra no era arisca, la hicieron.

En fin, es un tema en el cual, la primera vez duele y la segunda, pues se aprende. Que el chicharrón siga tronando y mejor me compro una nieve de café, de esas que no truenan.

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